Protesta social y violencia

El ideal de igualdad se ha establecido como una expectativa social en las sociedades humanas y su incumplimiento puede generar rabia y malestar. Las personas interpretan la injusticia como un indicador de rechazo y exclusión, pues sienten que la expectativa de igualdad que promueven sus instituciones se quiebra. Una vez que se produce este quiebre, la disposición de las personas a cooperar voluntariamente por el bienestar social disminuye, conformando un proceso de deslegitimación de las autoridades, lo que aumenta la percepción de que el uso de la violencia es necesario para lograr cambios. Otra condición relevante tiene que ver con la percepción de eficacia grupal, es decir, la creencia de que es posible lograr un cambio por medio de la acción colectiva. Cuando una movilización empieza a masificarse, el sentimiento de poder cambiar las cosas crece y lleva a la gente a manifestarse. Sin embargo, no es suficiente percibir injusticia y sentir rabia para movilizarse. También es necesario que se genere una identidad común en torno al problema y, si esta identidad se politiza, mayor es la probabilidad de que las personas quieran protestar. En el Chile de los últimos años, una ola de movimientos (No +AFP, movimientos por la educación y feministas, alza de precios, entre otros) han demostrado que la sensación de deprivación no se reduce a un grupo particular y que la rabia es compartida, permitiendo la politización de una identidad en torno al malestar. A partir de octubre de 2019 Chile se vuelve testigo de protestas que reflejan una cristalización de demandas sociales, pero también un sentimiento de rabia e injusticia que decanta en la justificación generalizada del uso de la violencia en la movilización.

En esta línea se exploran los procesos de construcción y los mecanismos de justificación de repertorios de acción normativos y no normativos, explorando la justificación de la violencia intergrupal en Chile. En un momento en el que erosiona la legitimidad de las autoridades, las y los investigadores de OLES levantan datos e interpretaciones que permiten comprender los motivos por los cuales la ciudadanía llega a legitimar la violencia como una opción viable de protesta, y el modo en que se organiza para mostrar su descontento.